EL DUERO, ALMA DE SORIA

por Javier Sainz Ruíz

Con motivo de la presentación pública del borrador de la revisión del Plan General Urbano en el que se contempla la posibilidad de que la ciudad salte el Duero, calificando como residencial terrenos junto al Monte de las Ánimas, me gustaría hacer a través de este artículo las siguientes reflexiones.

Una de las grandes amenazas con las que se enfrenta la humanidad, en este milenio en el que la globalización crece, es el de la pérdida de indentidad propia. Este fenómeno afecta a las cosas, a las ciudades, y..., lo que es más grave, a las personas.

Nada como el Duero da identidad a la ciudad de Soria. Es el Duero y sus inmediaciones, con la Sierra de Santa Ana y los cerros del Mirón y el Castillo, lo que da a Soria una fuerza telúrica que pocas ciudades tienen. Es este paisaje y este lugar el que nos ancla con la madre tierra y nos conecta con los siglos. Es este locus el que permitiría a un soriano del medievo reconocerse en su ciudad, y donde convergen las miradas de muchas generaciones que han pasado y pasarán. Nada como el río representa más el fluir y su permanencia.

El Duero a su paso por Soria es un paisaje. Tiene colores cambiantes, perspectivas y formas como pocos. Tiene monasterios, ermitas, leyendas, zonas de baño, de paseo y de recreo, murallas y neveros, rincones de poetas y álamos de la ribera, recuerdos y vivencias. Es un río frontera de una ciudad que tiene origen en él pero que le da la espalda, es un río lateral, apartado. Y es esta marginalidad lo que le ha permitido conservar su belleza, su encanto, su emotividad y su ensimismamiento.

Lo más bonito (y universalmente conocido) que se haya dicho de Soria, se ha dicho del Duero. Es el Duero lo que le da a la ciudad de Soria su personalidad profunda, la esencia de su ser. Y en el Duero está su origen y buena parte de su carácter.

Pero además el Duero es un río agreste, escarpado, ribereño, que tiene crecidas y que respira entre vahos. El Duero no es un Manzanares o un Pisuerga, no es un río urbano, ni debe ser un río de urbanización. Soria cuenta con muchos lugares más adecuados para urbanizar con más calidad para el ciudadano, con dotaciones y servicios comunes al resto de la ciudad, con más luz y más sol, y con menos coste para las arcas municipales y menos deterioro e impacto para el medio ambiente. Para una ciudad tamaño medio como Soria, pretender "integrar" el Duero en la ciudad es un sueño demasiado ambicioso que corre el riesgo de quedarse en chapuza porque siempre estaría a medias, ocasionándole heridas irreparables al río desde el principio.

Empezar a construir al otro lado es el comienzo de cambiarle su naturaleza, y de la misma manera que en el siglo XIX la ciudad saltó la muralla por el oeste, y ésta acabó siendo un obstáculo y por eso se destruyó, si la ciudad salta el río, éste acabará siendo un obstáculo. Se empezará con unos adosados pero luego harán falta puentes, movimientos de tierra, depósitos, canalizaciones, servicios, etc., y el río será barrera de una ciudad dividida.

Reconozco que esto es algo que no todo soriano de empadronamiento sabe, pero que hay muchísimos sorianos de sentimiento que así lo piensan y comparten, y estoy seguro que de seguir adelante esta posibilidad planteada creará una fractura social, que podría obligar a arrepentirse a quien tome la decisión.

Pienso que con la misma fuerza que muchos sorianos defienden Valonsadero cuando alguien lo agrede un poco, hay muchísimos más argumentos con los que defender el Duero y su conservación y mantenimiento así, como está, dejándolo en paz.

Si el urbanismo es aplicar el sentido común, dejemos que la cuidad siga creciendo hacia la luz, saliendo de las estrecheces del cauce y del collado, alcanzando la llanura que es su lugar natural de expansión. Dejemos que se dirija hacia la meseta que es donde tiene espacio y dotaciones suficientes para desarrollarse a sus anchas. Por suelo que no sea, pero el Duero, origen y alma de la ciudad, por favor, es mi opinión, respetémoslo.